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TRISAGIO A LA SANTISIMA TRINIDAD EN EL CORAZON INMACULADO DE MARIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ORIGEN E HISTORIA DEL TRISAGIO

No es invención del ingenio humano el santísimo Trisagio, sino obra del mismo Dios, que lo inspiró al profeta Isaías cuando oyó como lo cantaban los Serafines para enaltecer la gloria del Creador.

En la escuela de los mismos Serafines y demás coros celestiales fue donde lo aprendió milagrosamente un niño de corta edad que, a la manera de San Pablo, fue arrebatado al cielo como lo refieren las historias eclesiásticas.
En el año 447, y siendo Teodosio el Joven emperador de Oriente, se experimentó un terremoto casi universal y muy violento, y que por su duración y espantosos estragos se hizo el más notable de cuantos hasta entonces se habían visto. Fueron incalculables los daños que seis meses de sacudimientos casi continuos causaron en los más suntuosos edificios de Constantinopla y en toda la famosa muralla del Quersoneso. Se abrió la tierra en muchos puntos, y quedaron sepultadas en sus entrañas ciudades enteras; secáronse las fuentes, y manifestábanse otras nuevas; y era tal la violencia de los sacudimientos, que arrancaban árboles muy corpulentos, aparecían montañas donde había antes llanuras y profundas concavidades donde antes había montañas. El mar arrojaba a las playas peces de gran magnitud, y las playas y los barcos se quedaban sin aguas, que iban a inundar grandes islas.
Ante esta situación, se creyó prudente abandonar las poblaciones, y así lo hicieron los moradores de Constantinopla, con el emperador Teodosio, su hermana Pulqueria, San Proclo, patriarca entonces de aquella Iglesia, y todo su clero.
Reunidos en un paraje llamado el Campo, dirigían al cielo fervorosas súplicas y grandes clamores, pidiendo socorro en necesidad tan apurada, cuando un día, entre ocho y nueve de la mañana, fue tan extraordinario el sacudimiento que dio la tierra, que faltó poco para que causase los mismos estragos que el diluvio universal. A este susto sucedió la admiración del prodigio siguiente: Un niño de pocos años fue arrebatado por los aires, a la vista de todos los del Campo, que le vieron subir hasta perderle de vista. Después de largo rato, descendió a la tierra del mismo modo que había sido arrebatado al cielo; y luego, puesto en presencia del Patriarca, del emperador y de toda la multitud, pasmada, contó cómo, siendo admitido en los coros celestiales, oyó cantar a los Ángeles estas palabras: Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, tened misericordia de nosotros; y cómo se le había mandado poner esta visión en conocimiento de todos los allí reunidos. Dichas estas palabras, el niño murió.
San Proclo y el emperador, oído este relato, mandaron unánimemente que todos entonasen en público este sagrado cántico, e inmediatamente cesó el terremoto y quedó quieta toda la tierra. De aquí provino el uso del Trisagio, que el Concilio General de Calcedonia prescribió a todos los fieles, como un formulario para invocar a la Santísima Trinidad en tiempos funestos y de calamidades. De aquí ha venido el merecer la aprobación de tantos Prelados de la Iglesia, que han apoyado su práctica enriqueciéndola con el tesoro de las indulgencias, y de aquí, finalmente, ha venido que se haya impreso y reimpreso tantas veces, siempre con universal aplauso y aceptación de todos, teniéndolo como un escudo impenetrable contra todos los males que Dios envía a la tierra en castigo de nuestros pecados.

Notas:
En los tiempos actuales, el Padre Pío de Pietrelcina exhortaba a sus fieles a tener gran devoción a la Santísima Trinidad, especialmente el rezo del Trisagio, y la famosa estigmatizada española, Madre Esperanza de Jesús Alhama, fundadora de las Esclavas e Hijos del Amor Misericordioso, también lo rezaba diariamente, y cuando surgía algún problema o se veían en alguna necesidad, inmediatamente comenzaba el rezo con todas sus monjas y mandaba también que se recitara en todas sus Casas y durante largas temporadas.
San Antonio María Claret, después de una locución que tuvo en la Granja (Segovia), el día 27 de agosto de 1851, en la Iglesia del Rosario, dijo que “la salvación de España se cifraba en tres devociones: el Trisagio, el Santísimo Sacramento y el Rosario”. La hermana Lucía de Fátima, durante su estancia en Tuy /Pontevedra), en junio de 1929, tuvo una visión de la Santísima Trinidad e igualmente era muy amante de esta devoción.

 

 

En el nombre del Padre, del Hijo ....

Por la señal de la Santa Cruz ....

En el nombre del Padre, del Hijo...

 

En el corazón Inmaculado de la Virgen María, os doy gracias ¡Oh soberana y augusta Trinidad! Por haberme creado, por haberme permitido conocerte, amarte y adorarte, y en especial por permitirle a esta débil creatura tuya postrarse ante tu soberana majestad para ofreceros este Trisagio de alabanza.

 

"Mamá María, ven tu misma a adorar, horar y glorificar en mi a la Divina y augusta Santísima Trinidad" Rezar una ave Maria ....

 

Bendita sea la Santa é individua Trinidad, ahora y siempre y por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

 

V/.Bendita sea la santa e individua Trinidad, ahora y siempre, y por todos los siglos de los siglos.
R/. Amén.
V/. Abrid, Señor, mis labios. (al mismo tiempo nos signamos con la señal de la cruz en los labios)
R/. Y mi voz pronunciará vuestras alabanzas.
V/. Dios mío, en mi favor, benigno entiende. (al mismo tiempo nos persinamos con la señal de la cruz de la frente al abdomen)
R/. Señor, a mi socorro, presto atiende
V/. Gloria sea al Padre, Gloria al eterno Hijo y Gloria al Espíritu Santo. (inclinación de la cabeza) 

R/ Como era enun principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Acto de Contrición

Trinidad Santísima, en esencia una, pura e indivisible. Eterno, único y verdadero Dios, en Quien creo y a Quien adoro en Tres Personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; único objeto de todo nuestro amor, adoración y culto; en la fe de la Santa Iglesia Católica yo os adoro, creo y confieso como a Padre, reconociéndoos por mi autor, conservador y origen benéfico de todo mi ser; como a Hijo, reconociéndoos por mi redentor, y tributándoos las más gratas efusiones de amor y ternura; como a Espíritu Santo fervorizando mi corazón en castos incendios y anhelando unirlo con Vos, principio inagotable de caridad.

 

Yo me alegro y me regocijo en unión al Corazón Inmaculado de mi Santa Madre la Virgen María de que seas Dios, y el único Señor, tan Sabio, Justo, Santo y Poderoso, que de la nada lo haces todo: lo que vive, se mueve y es lo que tiene que ser. 

 

Yo deseo, bien sumo, divinidad inefable, y unidad incomprensible incorporar mi voz y mis afectos entre lo ardores supremos y cánticos misteriosos de los

Querubines y Serafines para celebrar el Trisagio inmortal con que resuena vuestro Nombre Santo, temible y adorable por toda la extensión del Empíreo.

 

Yo te ofrezco desde el corazón de la Santísima Virgen María, la más perfecta creatura que habéis creado, todo lo que me diste, entregándote como a mi dueño legítimo y único Señor, toda mi vida, mi salud, mis fuerzas y sentidos, mi cuerpo detierra, mi inestable corazón, y mi alma que creaste a tu imagen y semejanza; imagen que con mis culpas he borrado, cambiándola por los horribles monstruos de mis viles apetitos, que ha deformado el mundo mentiroso, con mi carne tan viciada, volviéndome así esclavo del demonio e imagen suya por el pecado.

 

Pero sabiendo Señor, y confesando que Tú eres el único y verdadero Dios a Quien se debe todo respeto, toda sumisión, obediencia, honra, gloria y todo amor, me vuelvo y me entrego a Ti, y con la mayor confianza me ofrezco a tu soberana justicia, por la que te pido perdón y misericordia, porque en el Corazón de María detesto, aborrezco y rechazo todo aquello con que Te he ofendido hasta ahora, desde que perdí la gracia que Te dignaste darme en el sacramento del Bautismo por el que Te doy, y siempre quiero darte, las debidas gracias, apreciando sobre todo el inmerecido honor de ser cristiano, y como tal, y desde el Corazón de la Virgen  María, dejando a satanás reunncio a sus engaños, vanidades, sus pompas y sus obras.

 

Yo me anonado a los pies de vuestra Soberana grandeza que llena de majestad y de Gloria los inmensos espacios de los Cielos y la esfera de la tierra. Yo me reconozco en mi profunda nada, y humillado vergonzosamente por la improbidad de mis delitos, todo confundido y acongojado me duelo*, me arrepiento* y me pesa* por haber ofendido a Vuestra Omnipotencia y amabilísima Majestad (*Golpe de pecho).

 

¡Oh Eterno Padre! apiadaos de esta criatura vuestra, formada a vuestra imagen y Semejanza. ¡Oh verbo encarnado! rociad con vuestra Sangre esta infeliz alma envilecida toda con el pecado.  ¡Oh paráclito amoroso! Infundid en mi pecho los más activos sentimientos de contrición para que pueda dignamente alabar vuestra unidad gloriosa e inefable Trinidad, y así pueda merecer lo que humildemente os pido; y es, la firmeza en la fe, la integridad en mi oración y devoción, la certeza de mi esperanza, el ardor en la caridad, la remisión de mis culpas y pecados, el logro de estas indulgencias, la paz y la tranquilidad de la Iglesia y del Estado, la protección de vuestra clemencia, que me ponga a cubierto de los males y calamidades que nos afligen por la profundización del cisma, del error y la herejía, y nos concedas el triunfo contra los enemigos de nuestra Iglesia y fe Católica, la reunión de ellos y de los pecadores al verdadero culto y penitencia, el descanso de las almas del purgatorio, vuestra gracia y bendición.

 

Me esforzaré para que todos conozcan esta alabanza, y en ella Te conozcan, Te amen y Te sirvan, y para que sea destruido y aniquilado cuanto disgusta y ofende a tu infinita santidad. También prometo amarte, bendecirte, alabarte y adorarte mientas viva, esperando poder hacer esto en compañía de tus bienaventurados en el Cielo por toda la eternidad. Amén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ORACIÓN A DIOS PADRE

¡Oh Padre eterno!, Tú has creado todas las cosas. Tú les has dado su ser y las has puesto en equilibrio y armonía; todas están llenas de tu misterio que toca el corazón si se es piadoso.

 

También a nosotros, nos has llamado a la existencia y nos has puesto entre Ti y las cosas. Según tu modelo nos has creado y nos has dado parte en tu soberanía. Tú has puesto en nuestras manos tu mundo, para que nos sirva y para que completemos en él tu obra. Pero hemos de estarte sometidos, y nuestro dominio se convierte en rebelión y robo si no nos inclinamos ante Ti, el único que lleva la corona eterna y eres Señor por derecho propio. (*) Hacer una inclinación Maravillosa ¡Oh Padre! es tu generosidad. Tú no has temido por tu soberanía al crear seres con poder sobre ellos mismos y al confiar tu Voluntad a su libertad ¡Grande y verdadero Rey eres Tú!

 

Tú has puesto en mis manos el honor de tu divina Voluntad; dame la gracia para unir mi voluntad humana a la de mi Madre Santísima, la Virgen María, para que fundiendo mi voluntad a la suya, pueda nacer de veras a tu santa y divina Voluntad, haciendo siempre lo que te agrada. Cada Palabra de tu revelación dice que me respetas y te confías a mí, me das dignidad y responsabilidad, por eso, concédeme la santa mayoría de edad, que es capaz de vivir en tu Voluntad y así aceptar la ley que Tú guardas y de asumir la responsabilidad que Tú me transfieres. Ten despierto mi corazón para que esté ante Ti en todo momento, y haz que mis acciones se conviertan en ese dominio y esa obediencia a la que Tú me has llamado.

 

¡Oh, Padre Eterno!, fuera de tu posesión, yo no veo otra cosa que tristeza y tormento por más que digan otra cosa los amadores de la vanidad ¿Qué me importa que diga el sensual que su dicha es el gozar de sus placeres? ¿Qué me importa que también diga el ambicioso que su mayor contento es el gozar de su gloria vana? Yo, por mi parte, no cesaré jamás de repetir, con tus Profetas y Apóstoles, que mi suma felicidad, mi tesoro y mi gloria es el unirme a mi Dios y mantenerme inviolablemente junto a Él. ¡Oh Santo y Santísimo Padre Eterno!, fuente de toda santidad, Infinitamente Santo en Vos mismo y limpio de toda la impureza de las criaturas; Santo también en todas vuestras obras, de las cuales ni una hay que no sea perfecta. Haced, ¡Oh Principio y Fin mío!, te lo suplico con la Virgen María, tu hija predilecta, que mi corazón comprenda bien la ceguedad: que bajo un Dios tan Santo y tan justo se

pueda encontrar feliz el que vive pecador. Amén

 

Un Padre Nuestro, un Avemaría y nueve veces: (uniendonos a los nueve coros Angélicos: Querubines, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades, Virtudes, Arcángeles y Ángeles).

 

Santo, Santo, Santo, Señor Dios Rey de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de la Majestad de vuestra gloria. Hosanna en el Cielo, Hosanna en la Tierra

 

Y se responde cada vez:

 

Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.

 

Al final de las nueve veces se dice:

 

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbranos Señor de todo mal. Amén.

 

 

 

ORACIÓN A DIOS HIJO

¡Oh Santo y Santísimo Hijo de Dios e Hijo de la Santísima Virgen María, que nacéis del entendimiento de vuestro Padre entre los resplandores de los Santos; Santo y perfecto modelo de toda santidad a la cual deben conformarse todos los santos.

 

¡Oh Verbo Divino de mi vida, de mi existencia, de todo mi ser que me absorbes, que me sumerges dentro de Ti! Yo no tengo más amor que Tú mismo, mi Sumo Bien, mi vida, mi cielo, Mi querer; y todos los otros amores, grandes en los límites de la criatura, puros y legítimos en su procedencia, santos y divinizados con tu contacto, a Ti también te pertenecen.

 

Tú eres Señor mi descanso, mi felicidad, mi acción de gracias, mi correspondencia y mi único amor. Yo no tengo virtudes, pero Tú las tienes todas y eres mío, divino y humano. Contigo tengo para pagar mis deudas, para desagraviar a la Divinidad ofendida con mis pecados, para purificarme e irme al cielo.

 

¡Oh Verdad Eterna!, fuera de la cual yo no veo otra cosa que engaños y mentiras: ¡Oh, cómo me parecen mentirosos y falaces los discursos de los hombres, en comparación de las palabras de vida con las cuales Tú hablas al corazón de aquellos que Te escuchan! ¡Ah! ¿Cuándo será la hora en que Tú me tratarás sin enigma y me hablarás claramente en el seno de Tu gloria? ¡Oh qué trato! ¡Qué belleza! ¡Qué luz!

 

Haced, ¡Oh mi Dios de Sión! que amando vuestra santidad con todas las fuerzas del Corazón Inmaculado de tu Santísima Madre, la Virgen María, mi espíritu suspire sólo por la luz de aquel día en el cual necesitado de amaros, os ame cuanto debo.

Amén.

 

Un Padre Nuestro, un Avemaría y nueve veces: (uniendonos a los nueve coros Angélicos: Querubines, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades, Virtudes, Arcángeles y Ángeles).

 

Santo, Santo, Santo, Señor Dios Rey de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de la Majestad de vuestra gloria. Hosanna en el Cielo, Hosanna en la Tierra

 

Y se responde cada vez:

 

Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.

 

Al final de las nueve veces se dice:

 

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbranos Señor de todo mal. Amén.

 

 

 

ORACIÓN A DIOS ESPÍRITU SANTO

¡Oh Santo y Santísimo Espíritu de amor! ¡Oh Amor de la perfecta Virgen María, vuestra castísima esposa! ¡Oh Don del Altísimo, centro de las dulzuras y de la felicidad del mismo Dios! Qué atractivo es para un alma el verse en la profundidad inescrutable de Tu bondad y toda llena de Tus inefables consolaciones.

 

¡Ah placeres engañosos! ¡Cómo han de poder compararse con la mínima de las dulzuras que un Dios, cuando le parece, sabe derramar en un alma fiel! ¡Oh! Si una sola partícula, si una sola gota de Tu bondad y de Tus inefables consolaciones es tan gustosa, cuánto más será cuando Tú mismo las derrames como un torrente sin medida y sin reserva, hablándome claramente en el seno de vuestra gloria! ¡Oh qué trato! qué belleza, qué luz! Haced, ¡Oh mi Dios Espíritu Santificador! que amando e invocando vuestra santidad con todas las fuerzas del Corazón Inmaculado de María, mi espíritu suspire solo por obtener la gracia santificante de tu luz; camine en la Sabiduría, el Discernimiento y la Revelación Divina por Gracia de tu iluminación y se me conceda la Gracia de llenarme de tus dones, frutos, carismas y virtudes ¿Cuándo será esto, ¡Oh mi Dios Santificador!, cuándo será?

 

Un Padre Nuestro, un Avemaría y nueve veces: (uniendonos a los nueve coros Angélicos: Querubines, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades, Virtudes, Arcángeles y Ángeles).

 

Santo, Santo, Santo, Señor Dios Rey de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de la Majestad de vuestra gloria. Hosanna en el Cielo, Hosanna en la Tierra

 

Y se responde cada vez:

 

Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo.

 

Al final de las nueve veces se dice:

 

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbranos Señor de todo mal. Amén.

 

 

Antífona: A Ti, Dios Padre Ingénito; a Ti, Dios Hijo Unigénito; a Ti, Dios Espíritu Santo Paráclito, Santa e Indivisa Trinidad, en el Corazón de la Virgen María Te confesamos, alabamos y bendecimos. A Ti se dé la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

 

V. Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo (inclinamos la cabeza).

R. Alabémosle y ensalcémosle por todos los siglos.

 

ORACIÓN: Señor Dios, Uno y Trino; danos continuamente Tu gracia, Tu caridad y la comunicación que procede de Ti, para que en el tiempo y en la eternidad te amemos y glorifiquemos. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo (inclinación)

en una deidad,  por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Deprecación Devota a la Beatísima Trinidad

A las siguientes invocaciones respondemos:

R:Toda criatura Te ame y Te glorifique.

 

  • Padre Eterno, omnipotente Dios, R/.

  • Verbo Divino, inmenso Dios, R/.

  • Espíritu Santo, infinito Dios, R/.

  • Santísima Trinidad y un solo Dios verdadero, R/.

  • Rey de los cielos, inmortal e invisible, R/.

  • Creador, conservador y gobernador de todo lo creado, R/.

  • Vida nuestra, en quien, de quien y por quien vivimos, R/.

  • Vida Divina y Una en tres personas, R/.

  • Cielo divino de celsitud majestuosa, R/.

  • Cielo supremo del Cielo, oculto a los hombres, R/.

  • Sol divino e increado, R/.

  • Círculo perfectísimo de capacidad infinita, R/.

  • Manjar divino de los Ángeles, R/.

  • Hermoso iris, arco de excelencia, R/.

  • Luz primera y triduana, que al mundo ilustras, R/.

 

 

A las siguientes invocaciones se responde:

Líbrame(nos), Trino Señor.

 

  • De todo mal de alma y cuerpo, R/.

  • De todos los pecados y ocasión de culpa, R/.

  • De tu ira y enojo, R/.

  • De repentina y de improvisa muerte, R/.

  • De las acechanzas y cercanías del demonio, R/.

  • Del espíritu de deshonestidad y de sugestión, R/.

  • De la concupiscencia de la carne, R/.

  • De toda ira, odio y mala voluntad, R/.

  • De las plagas, la peste, el hambre, guerras y terremotos, R/.

  • De tempestades en el mar o en la tierra, R/.

  • De los enemigos de le Fe Católica, R/.

  • De nuestros enemigos y sus maquinaciones, R/.

  • De la muerte eterna, R/.

 

 

A cada petición respondemos:

R: Te rogamos, óyeme (nos).

 

  • Por Tu unidad en Trinidad y Trinidad en unidad, R/.

  • Por la igualdad esencial de Tus Personas, R/.

  • Por la alteza del misterio de Tu Trinidad, R/.

  • Por el inefable nombre de Tu Trinidad, R/.

  • Por lo portentoso de tu nombre, Uno y Trino, R/.

  • Por lo mucho que Te agradan las almas que son devotas de Tu Santísima Trinidad,R/.

  • Por el gran amor con que libras de males a los pueblos donde hay algún devoto de Tu Trinidad amable, R/.

  • Que acertemos a resistir al demonio en el Corazón de María con las armas de la devoción a Tu Trinidad, R/.

  • Que hermosees cada día con los coloridos de la llena de Gracia, Tu imagen que está en nuestras almas, R/.

  • Que todos los fieles, desde la fe de la Santísima Virgen María, se esmeren en ser muy devotos de Tu Santísima Trinidad, R/.

  • Que todos consigamos las muchas felicidades que están vinculadas para los devotos de Tu Trinidad inefable, R/.

  • Que al confesar nosotros el misterio de Tu Trinidad se destruyan los errores de los infieles, R/

  • Que todas las almas del Purgatorio gocen mucho refrigerio en virtud del misterio de Tu Trinidad, R/.

  • Que Te dignes oírnos por Tu piedad, R/.

 

 

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbranos, Señor, de todo mal. (Se repite tres veces)

 

OBSEQUIOS Y OFRECIMIENTOS

¡Oh beatísima Trinidad!, apoyado en mi Santísima Madre, te doy palabra de procurar con todo esfuerzo y empeño salvar mi alma, ya que la creaste a tu

imagen y semejanza y para el cielo. Y también por amor tuyo procuraré salvar las almas de mis prójimos.

Para salvar mi alma y darte gloria y alabanza, sé que he de guardar la divina ley, Te doy palabra de guardarla como la niña de mis ojos, y también

procuraré que los demás la guarden.

Aquí en la tierra, me ejercitaré en alabarte, y espero que después lo haré con más perfección en el cielo; y por esto, con frecuencia rezaré este Trisagio de

alabanza: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y también procuraré que los demás Te alaben. Amén.

 

 

GOZOS PARA EL TRISAGIO DE LA AUGUSTÍSIMA TRINIDAD

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Antifona: Bendita sea la Santa e Indivisa Trinidad que todas las cosas crea y gobierna, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

V. Bendigamos al Padre, y al Hijo con el Espíritu Santo (inclinación).

R. Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos. Amén.

 

Oración: Omnipotente y sempiterno Dios, que Te dignaste revelar a tus siervos en la confesión de la verdadera fe, la gloria de Tu eterna Trinidad, y que adorasen

la unidad en Tu Majestad: Te rogamos, Señor, en el Corazón Inmaculado de María

que por la fuerza de esa misma fe, nos veamos siempre libres de todas las

adversidades y peligros. Por Jesucristo Señor Nuestro. Amén.

 

ORACIÓN PARA IMPLORAR LA MISERICORDIA DE DIOS 

Señor, Dios Rey Omnipotente, en vuestras manos están puestas todas las cosas; y si queréis salvar a vuestro pueblo nadie puede resistir a vuestra voluntad.Vos hicisteis el Cielo y la tierra y todo cuanto en ella se contiene. Vos sois el dueño de todas las cosas; ¿quién podrá pues resistir a vuestra Majestad? Por tanto, Señor Dios de Abraham, tened misericordia de vuestro pueblo, porque nuestros enemigos quieren perdernos y exterminar vuestra herencia. Así Señor, no desprecies esta parte que redimisteis con el precio de vuestra sangre, Oíd, Señor nuestras oraciones, sed favorable a nuestra suerte; levantad el azote de vuestro enojo y haced que nuestro llanto se convierta en alegría para que viviendo, alabemos vuestro Santo Nombre y lo continuemos alabando eternamente. Amén.

 

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la viada eterna. 
En e nnombre del Padre, del Hijo ....

Amén.

Dios, nuestro amadísimo Padre amorosamente creó el mundo y lo conserva. Hemos visto la obra de Jesús, quién se ofreció a bajar a la tierra, morir cruelmente crucificado y redimir al mundo. Hemos visto que el Espíritu Santo santifica a los hombres. Estas tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo son un solo Dios.

 

La verdad más importante que Jesús nos enseñó es que en un solo Dios hay tres personas distintas.

 

Antes de subir al cielo Jesús dijo a los apóstoles: “Id pues, y haced discípulas a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,19).

 

Después de estas explicaciones se podrá comprender la antigua fórmula catequística que dice:

 “Dios es el ser infinitamente perfecto que es la Santísima Trinidad”. La Santísima Trinidad es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios no más.

 

Cuando el alma está en gracia, se convierte en templo vivo de la Santísima Trinidad. “Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él". (Juan 14,23)

Himno
Ya el sol ardiente se aparta,

luz perenne en la Unidad

difúndela en nuestros corazones

¡Oh Trinidad Inmortal!

 

En la aurora os alabamos

a la tarde y entre día,

y pedimos que en los Cielos

nuestras voces se repitan.

 

Al Padre y también al Hijo

y a ti Espíritu Divino,

alabanzas os sean dadas            

por los siglos de los siglos. Amen.

Dios uno y Trino, a quien tanto

Arcángeles y Querubines,

Ángeles y Serafines dicen:

Santo, Santo, Santo.

 

Porque sois uno en esencia

y Trinidad en personas

a Cuyos píes sus coronas

rinden toda inteligencia

y porque vuestra presencia

inspira gozo y espanto.

Arcángeles y Querubines

 

Porque sois Padre fecundo

que gozándoos Ab-eterno

engendráis un Hijo tierno

como fue el que vino al mundo

con respeto el más profundo

trinando el Cielo en su canto.

Arcángeles y Querubines

 

Porque Sois Verbo Divino

Semejante e igual al Padre,

Y porque elegisteis Madre

para encarnarte peregrino

y elevar nuestro destino

al paraíso del encanto.

Arcángeles y Querubines

 

Porque sois Llama Inmortal

Espíritu puro, increado,

solamente dimanado

del amor paterno y filial,

consolador del mortal

que yace anegado en llanto,

Arcángeles y Querubines

 

Porque vuestra Omnipotencia

de todo el mundo admirada

saca seres de la nada,

y conserva su existencia

reproduciendo la esencia

de los seres con encanto.

Arcángeles y Querubines

Es vuestra esencia

Todo un piélago soberano,

todo un misterio y arcano

que todo lo deposita;

y porque nada limita

vuestra luz, ¡Oh Numen Santo!

Arcángeles y Querubines

 

Porque sois suma bondad,

amor personalizado

en dones inagotado

que perdonáis la maldad;

y porque en la eternidad

en vuestro amor gozáis tanto.

Arcángeles y Querubines

 

Porque sois por excelencia

Santo Dios, fuerte, inmortal,

líbranos de todo mal

por esta beneficencia

de tu Divina Clemencia

a la que clama nuestro quebranto.

Arcángeles y Querubines

 

A Ti, clamamos, inmensa
Deidad, 
indivisa en tres

personas, pues nos perdones

nuestra miseria y maldad,

por esta benignidad

en este misterioso canto.

Arcángeles y Querubines

 

Interminable bondad,

suma esencia soberana,

de donde el bien nos dimana,

Santísima Trinidad,

pues Tu Divina Piedad

pone fin a nuestro llanto.

Arcángeles y Querubines

 

El Trisagio que Isaías

escribió con gran celo,

le oyó cantar en el cielo

a angélicas jerarquías:

para que en sus melodías

repita nuestra voz su canto.

Arcángeles y Querubines

Este Trisagio sagrado,

voz del Coro celestial,

contra el poder infernal

la Iglesia le ha celebrado:

con este elogio ensalzado:

que en fe y amor adelanto,

Arcángeles y Querubines

 

De la súbita muerte,

del rayo, de la centella,

libra por este Trisagio,

y sella a quien le rece y advierte,

por esta feliz suerte

en este mar de quebranto.

Arcángeles y Querubines

 

Es el Iris que en el mar,

en la tierra y en el fuego,

y en el aire ostenta

que nos quiere libertar,

por favor tan singular

de este prodigio y encanto.

Arcángeles y Querubines

 

Es escudo soberano,

de la divina Justicia,

y de la infernal milicia

y así triunfa devoto el cristiano,

y cómo el demonio ufano huye

de terror y espanto.

Arcángeles y Querubines

 

En Tu bondad me fundo,

Señor, Dios fuerte e inmortal,

que en el coro celestial

cantaré este himno sagrado;

pues en los riesgos del mundo

me cubrís con vuestro manto.

Arcángeles y Querubines

 

Dios Uno y Trino a quien tanto

Arcángeles y Querubines,

Ángeles y Serafines dicen:

Santo, Santo, Santo.

 

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